En el corazón de Zambia, el estruendo del río Zambezi se mezcla con un sonido inusual: el zumbido agudo de una mina de Bitcoin. En esta región remota, la empresa Gridless ha instalado un contenedor con 120 computadoras especializadas en la verificación de transacciones de Bitcoin, una actividad que les genera recompensas en criptomonedas. La ubicación estratégica de la mina no es casualidad. Se encuentra conectada directamente a la planta hidroeléctrica de Zengamina, lo que garantiza un suministro continuo de energía limpia y, lo más importante, a bajo costo.
Philip Walton, uno de los responsables de la operación, explica que la clave del éxito es la asociación con la compañía eléctrica local. Esta colaboración permite obtener electricidad a precios accesibles, lo que hace viable la minería incluso cuando el valor del Bitcoin fluctúa. Con el precio actual de la criptomoneda rondando los 80,000 dólares por unidad, cada máquina en la instalación genera aproximadamente cinco dólares diarios.
La central hidroeléctrica de Zengamina fue construida en los años 2000 con una inversión de tres millones de dólares provenientes de donaciones. Originalmente, su propósito era abastecer de electricidad a un hospital local, pero con el tiempo comenzó a suministrar energía a unas 15,000 personas en la zona. Sin embargo, la baja demanda en la comunidad dificultaba la sostenibilidad financiera del proyecto. La llegada de la minería de Bitcoin cambió radicalmente el panorama, aportando cerca del 30% de los ingresos de la planta y permitiendo que las tarifas eléctricas se mantuvieran accesibles para la población.
Para los habitantes de la zona, la electricidad ha sido un catalizador de progreso. Damian, un barbero local, recuerda cómo su vida cambió cuando finalmente tuvo acceso a la red eléctrica. Antes, sus actividades eran limitadas, pero ahora su barbería es un punto de encuentro iluminado con luces de colores y música, atrayendo a jóvenes que buscan un lugar para socializar. El dinero que gana le ha permitido cubrir gastos escolares y mejorar su calidad de vida.
Las hermanas Tumba y Lucy Machayi también destacan el impacto de la electricidad en la comunidad. Antes, la única fuente de energía eran pequeños paneles solares, lo que restringía el acceso a tecnologías básicas. Ahora, con una conexión estable, pueden cargar sus teléfonos, acceder a internet y comunicarse con mayor facilidad. A pesar de estos beneficios, pocos en la comunidad están al tanto del papel que desempeña la minería de Bitcoin en esta transformación.
El futuro de la operación en Zengamina, sin embargo, está llegando a su fin. La planta ha asegurado una inversión que le permitirá expandirse y conectarse a la red nacional, lo que hará que la minería de Bitcoin deje de ser rentable en esta ubicación. Para Gridless, esto representa un éxito, ya que su modelo de negocio se basa en aprovechar el excedente energético en zonas con poca demanda. La empresa ya opera en seis ubicaciones similares en tres países africanos y planea construir sus propias plantas hidroeléctricas para seguir con este enfoque.
A pesar del escepticismo sobre el impacto ambiental del Bitcoin, proyectos como el de Zengamina muestran un modelo donde la minería puede integrarse de manera sostenible en comunidades con recursos energéticos subutilizados. En otras regiones, como el Parque Nacional Virunga en el Congo, iniciativas similares han financiado programas de conservación. El desafío sigue siendo la percepción sobre el alto consumo energético de la minería, lo que genera resistencia en algunas autoridades. Sin embargo, Gridless defiende su modelo al asegurar que siempre venderán la energía al mejor postor, priorizando el beneficio de la comunidad local.
Fuente: BBC