En la última década, México ha experimentado una disminución significativa en la inversión destinada a ciencia, tecnología e innovación. Este fenómeno ha generado preocupación en la comunidad académica y científica, afectando la calidad y cantidad de investigaciones en el país.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el país miembro que menos invierte en investigación y desarrollo (I+D), con aproximadamente el 0.47% de su Producto Interno Bruto (PIB). Esta cifra contrasta notablemente con el promedio de la OCDE, que se sitúa cerca del 2.5%.
La tendencia de inversión en I+D en México ha mostrado un estancamiento en los últimos diez años, sin alcanzar incrementos significativos que impulsen el desarrollo científico y tecnológico. Este bajo nivel de inversión ha tenido repercusiones directas en la cantidad de posgrados acreditados y en la producción científica nacional. Instituciones como el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) han enfrentado dificultades financieras, afectando la continuidad de proyectos de investigación y la formación de nuevos científicos.
La reducción en la inversión en ciencia y educación superior en México plantea desafíos significativos para el futuro del país. Es esencial que se implementen políticas públicas que prioricen el financiamiento adecuado de la investigación y la formación de talento, con el fin de mantener la competitividad y el desarrollo sostenible en el ámbito internacional.