La adopción de inteligencia artificial (IA) ya no es una opción sino una necesidad para cualquier empresa que busque mantenerse competitiva. Sin embargo, el ritmo acelerado de innovación y la complejidad de las herramientas dificultan que los equipos internos adquieran confianza y habilidades reales. Un artículo reciente en Forbes patrocinado por SAP propone tres estrategias fundamentales para desarrollar una cultura de IA robusta dentro de las organizaciones.
La primera estrategia consiste en ofrecer espacios de experimentación controlada. Al igual que aprender a conducir requiere práctica real, la alfabetización en IA se fortalece cuando los colaboradores pueden “ensuciarse las manos”. Esto implica habilitar ámbitos de bajo riesgo —por ejemplo, proyectos internos o simulaciones de procesos— donde puedan probar chatbots, herramientas de análisis de datos o asistentes de escritura sin temor a afectar clientes o comprometer datos sensibles. Para ello, es imprescindible definir políticas claras sobre qué información puede compartirse con los modelos de IA y establecer límites que protejan la operación.
La segunda estrategia es brindar formación estructurada y orientada al uso concreto de las plataformas que ya forman parte del día a día. A diferencia de sistemas heredados como hojas de cálculo o CRM, la IA no cuenta aún con una oferta universal de certificaciones y manuales. Por ello, el artículo recomienda diseñar programas de capacitación específicos para cada herramienta y rol, demostrando de forma práctica cómo la IA puede acelerar tareas, mejorar la toma de decisiones y optimizar resultados. Un buen punto de partida es mostrar comparativas lado a lado: cuánto tiempo lleva redactar un informe con y sin asistencia de IA, o cómo varían los resultados de un análisis financiero automatizado frente al manual.
La tercera estrategia gira en torno a fomentar una cultura de aprendizaje colaborativo. La investigación deja claro que las normas internas influyen decisivamente en la adopción de nuevas tecnologías. Por ello, conviene crear redes de embajadores de IA —tanto entre empleados como en mandos medios— que compartan casos de éxito, lecciones aprendidas y mejores prácticas. Este enfoque peer-to-peer ayuda a superar la resistencia al cambio y fortalece la confianza colectiva. Además, organizar sesiones de co-desarrollo y talleres interdepartamentales permite que el conocimiento fluya en toda la organización, evitando silos y acelerando la integración de la IA en procesos clave.
Las cifras avalan la efectividad de estas estrategias. Según la investigación presentada, quienes participaron activamente en programas combinados de experimentación, capacitación y aprendizaje colaborativo duplicaron su confianza para implementar proyectos de IA en comparación con los que solo recibieron formación teórica. Además, el 70 % de los empleados con alta alfabetización en IA anticipa resultados positivos de la tecnología, versus solo 29 % entre quienes muestran bajos niveles de manejo. Esto sugiere que la alfabetización va más allá de la habilidad técnica: se trata de cultivar una mentalidad de innovación y curiosidad constante.
Para las empresas latinoamericanas resulta vital adaptar estas recomendaciones al contexto local. No basta con importar programas de grandes corporaciones; es necesario considerar las particularidades del mercado, como la brecha en infraestructura tecnológica, el acceso desigual a la conectividad y la diversidad de perfiles profesionales. En este sentido, colaborar con universidades, cámaras de comercio y consultoras especializadas puede facilitar la creación de iniciativas de formación a medida, que incluyan casos muy próximos a la realidad de nuestra región.
La alfabetización en IA también abre nuevas puertas para el desarrollo de talento. Al ofrecer rutas claras de aprendizaje y reconocimiento interno —por ejemplo, microcredenciales o insignias digitales— se genera un incentivo adicional que retiene a los colaboradores y atrae perfiles ávidos de crecimiento. Asimismo, fortalecer la confianza en el uso de IA mejora la posición competitiva de la organización frente a proveedores, clientes y socios, al demostrar capacidad de innovación y responsabilidad tecnológica.
Implementar estas tres estrategias de manera integrada crea un ciclo virtuoso. La experimentación controlada alimenta la curiosidad; la formación estructurada potencia la habilidad; y el aprendizaje colaborativo refuerza la confianza y la escalabilidad del conocimiento. Con ello, las empresas no solo reducen riesgos, sino que también aceleran el retorno de inversión en proyectos de IA y se posicionan como líderes en su sector.
En resumen, el camino para construir una organización alfabetizada en IA pasa por permitir la práctica segura, diseñar entrenamientos específicos y promover una cultura de intercambio de experiencias. De ese modo, la inteligencia artificial deja de ser un concepto abstracto y se convierte en una herramienta tangible de crecimiento y transformación en el mundo real.
Fuente: Forbes