El Reino Unido ha dado un paso decisivo en la carrera por la descarbonización industrial y el crecimiento verde. A través del National Wealth Fund, el gobierno ha destinado una inversión de mil millones de libras esterlinas (aproximadamente 1,27 mil millones de dólares) para impulsar la captura y almacenamiento de carbono (CCUS, por sus siglas en inglés) en zonas clave del norte del país. Esta medida busca no solo mitigar las emisiones de carbono, sino también revitalizar la economía con la creación de 3,500 empleos especializados.
Este movimiento, considerado por analistas energéticos como uno de los más ambiciosos a nivel europeo, representa un compromiso claro con la innovación climática, el desarrollo de tecnologías limpias y la seguridad energética de largo plazo. La inversión será gestionada por la entidad UK Infrastructure Bank en alianza con el Departamento de Energía y Cambio Climático del Reino Unido, y se enfocará inicialmente en regiones con tradición industrial como Yorkshire y el noreste de Inglaterra.
La captura de carbono es una de las tecnologías más prometedoras en la lucha contra el cambio climático. Consiste en atrapar el dióxido de carbono (CO₂) emitido por procesos industriales o de generación eléctrica antes de que llegue a la atmósfera, para luego transportarlo y almacenarlo de forma segura en formaciones geológicas subterráneas.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono podrían contribuir con hasta el 15% de la reducción necesaria de emisiones para alcanzar los objetivos de neutralidad climática hacia 2050. Por tanto, iniciativas como la del Reino Unido no solo benefician su territorio, sino que sientan precedentes para otras economías en desarrollo, como las latinoamericanas, que también enfrentan el reto de descarbonizar sus industrias.
El National Wealth Fund no solo busca reducir la huella de carbono del país. Uno de sus principales objetivos es transformar la estructura económica del norte del Reino Unido, una región históricamente dependiente de industrias pesadas como la minería, el acero y la generación eléctrica convencional. Se espera que esta inversión atraiga capital privado adicional por un valor similar, duplicando el impacto económico directo.
El plan incluye la construcción de centros tecnológicos y de innovación en CCUS, así como la capacitación de personal en nuevas competencias técnicas. Esto permitirá una reconversión laboral para miles de trabajadores desplazados por la transición energética, ofreciendo empleos bien remunerados y sostenibles.
En palabras del Ministro de Energía y Cambio Climático, esta estrategia busca “convertir el reto climático en una oportunidad industrial” y posicionar al Reino Unido como líder mundial en tecnología limpia.
La inversión británica ocurre en un contexto global donde los países buscan reducir su dependencia de los combustibles fósiles sin sacrificar competitividad. América Latina, con su abundancia de recursos naturales y su creciente interés por atraer inversión verde, puede observar en esta estrategia un modelo a seguir.
Particularmente, países como Chile, Colombia, Brasil y México, con sectores industriales en crecimiento y metas climáticas ambiciosas, podrían encontrar en la tecnología de captura de carbono una alternativa viable para equilibrar desarrollo y sostenibilidad.
Además, el anuncio británico podría dinamizar el mercado global de tecnologías CCUS, reduciendo los costos a través de economías de escala y facilitando su adopción en países emergentes. Esto abre la puerta a futuras alianzas internacionales, cooperación tecnológica y acceso a financiamiento climático multilateral.
Un aspecto clave de esta iniciativa es el rol de la banca pública. La UK Infrastructure Bank actúa como vehículo financiero del proyecto, mostrando cómo las instituciones estatales pueden movilizar inversión hacia sectores estratégicos de la economía verde. En América Latina, entidades como el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) o los bancos nacionales de desarrollo podrían desempeñar funciones similares si se alinean con planes de transición justa.
El modelo británico también demuestra que los fondos soberanos, como el recientemente anunciado Fondo de Estabilización Económica de Chile, pueden tener un impacto más amplio si se orientan a objetivos climáticos y sociales, más allá de la estabilidad fiscal.
Esta inversión forma parte de una política industrial verde más amplia del Reino Unido, que incluye apoyo a vehículos eléctricos, energía eólica marina, hidrógeno verde e infraestructura ferroviaria sostenible. Se trata de un enfoque holístico que combina crecimiento económico, empleo y acción climática.
Para América Latina, donde la discusión sobre políticas industriales sostenibles ha ganado fuerza en los últimos años, el caso británico puede servir como guía para vincular la innovación tecnológica con objetivos sociales y ambientales.
Fuente: Innovation News Network