En un contexto donde la esperanza de vida sigue aumentando pero no siempre acompañada de bienestar, un equipo español ha sido seleccionado para participar en uno de los concursos científicos más ambiciosos de Europa: el Healthy Longevity Global Competition, que premia con un millón de euros a los proyectos que logren alargar la vida humana en condiciones saludables.
Lo innovador de esta propuesta es que no se enfoca en píldoras milagrosas ni en tratamientos invasivos, sino en entender el proceso biológico del envejecimiento para intervenir en sus causas más profundas. Se trata de un cambio de paradigma en la investigación en salud, que pone el foco no solo en vivir más años, sino en vivirlos mejor.
El proyecto español está liderado por investigadores de la Universidad de Valencia y otras instituciones asociadas. Su objetivo es identificar biomarcadores que permitan anticipar el deterioro físico y cognitivo antes de que se manifiesten síntomas evidentes. Con esta información, buscan desarrollar herramientas que ayuden a prevenir enfermedades relacionadas con la edad, como la demencia, la sarcopenia o la fragilidad.
Uno de los elementos clave de su enfoque es que consideran el envejecimiento como un fenómeno sistémico, no como una acumulación de enfermedades. Esto implica tratar al paciente desde una perspectiva holística, donde se integran factores genéticos, ambientales, nutricionales y emocionales. La ciencia de la longevidad saludable, tal como la plantean, se convierte así en una plataforma de prevención y personalización de la salud.
La candidatura española es una de las pocas seleccionadas de habla hispana en este certamen impulsado por la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos y otras entidades europeas. Esta visibilidad internacional no solo valida la calidad de la investigación ibérica, sino que también permite al proyecto acceder a una red de colaboración global que incluye universidades, hospitales y centros de innovación de alto nivel.
Participar en este tipo de plataformas también representa una oportunidad estratégica para posicionar a España como un referente en ciencia aplicada al bienestar. En palabras de los propios investigadores, se trata de una carrera a largo plazo, pero que podría tener un impacto transformador en los sistemas de salud y en la forma en que concebimos el envejecimiento.
Más allá de las herramientas biomédicas, el proyecto también incluye componentes educativos y tecnológicos. Uno de sus pilares es una app que permite monitorear de forma continua indicadores de salud asociados al envejecimiento, desde el nivel de actividad física hasta patrones de sueño y alimentación. Este enfoque preventivo, combinado con la inteligencia artificial, permite diseñar recomendaciones personalizadas para cada usuario.
Además, el equipo enfatiza la necesidad de capacitar a profesionales de la salud para identificar y abordar los signos tempranos del envejecimiento no patológico. Esto implica una transformación en la atención primaria y una mayor inversión en formación especializada.
Europa se enfrenta a uno de los mayores desafíos demográficos de su historia. Según Eurostat, para 2050 más del 30% de la población será mayor de 65 años. Esta transformación poblacional exige nuevas políticas de salud, urbanismo y economía. En ese marco, el proyecto español adquiere una dimensión política: ofrecer soluciones sostenibles que reduzcan el gasto sanitario y mejoren la autonomía de las personas mayores.
El concurso del millón de euros, además de premiar ideas disruptivas, busca incentivar cambios estructurales en los sistemas de salud para hacerlos más proactivos, inclusivos y centrados en el paciente. En ese sentido, los organizadores del certamen han dejado claro que no buscan recetas mágicas, sino enfoques integrales que combinen ciencia, ética y sostenibilidad.
Aunque esta iniciativa tiene sello español, su enfoque podría ser replicable en contextos latinoamericanos, donde el acceso a la atención geriátrica sigue siendo limitado y la inversión en prevención aún es baja. Modelos como este, que combinan innovación tecnológica, investigación clínica y participación comunitaria, ofrecen una hoja de ruta para que los países de la región anticipen los desafíos del envejecimiento poblacional.
La clave estará en adaptar estos enfoques a las realidades locales, promoviendo alianzas entre gobiernos, universidades y sector privado. La longevidad saludable no debe ser un privilegio, sino un derecho accesible para todos.
El proyecto aún se encuentra en fase de evaluación dentro del concurso, pero sus impulsores aseguran que, con o sin el premio, continuarán desarrollando sus líneas de investigación. La visión a largo plazo es clara: cambiar la narrativa del envejecimiento y convertirlo en una etapa vital activa, productiva y plena.
La ciencia ibérica está demostrando que la innovación no siempre viene en forma de píldoras, sino en nuevas formas de pensar, conectar datos y actuar con anticipación. Y en un mundo donde cada vez vivimos más, eso podría marcar la diferencia.
Fuente: El País