El precio de Bitcoin volvió a acaparar titulares esta semana tras alcanzar los 120 000 dólares, una cifra histórica que reaviva tanto la especulación como el debate en torno a los activos digitales. El impulso ha sido atribuido en parte al cambio de postura del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha prometido convertir al país en la "capital cripto del mundo", dejando atrás su visión anterior de que el Bitcoin era una “estafa”.
Con el crecimiento acelerado del mercado, muchos inversionistas y curiosos se enfrentan a un obstáculo común: el lenguaje técnico. ¿Qué es un blockchain? ¿Cómo funcionan los ETFs vinculados a criptomonedas? ¿Qué diferencia hay entre una wallet caliente y una fría?
A continuación, un repaso de los conceptos clave para comprender este entorno financiero que, aunque aún volátil, ya es imposible de ignorar.
Bitcoin fue la primera criptomoneda y sigue siendo la más valiosa y conocida. Su atractivo principal radica en que no está controlada por ningún banco central ni gobierno. Eso, sin embargo, también la convierte en un activo volátil, cuyo valor depende exclusivamente del mercado.
Le sigue Ethereum, cuya relevancia no se limita a su criptomoneda nativa, Ether, sino a su tecnología. Su blockchain permite desarrollar contratos inteligentes y tokens no fungibles (NFTs). En 2022, Ethereum adoptó un sistema más ecológico, reduciendo considerablemente su consumo energético.
Todas las criptomonedas funcionan gracias al blockchain, una suerte de libro contable digital descentralizado en el que se registran todas las transacciones. Esta tecnología organiza la información en bloques conectados, validados por miles de computadoras en todo el mundo mediante un proceso conocido como minería.
La minería es incentivada: quien valida un bloque correctamente es recompensado, en el caso de Bitcoin, con nuevas unidades de la moneda. Sin embargo, esta recompensa se reduce periódicamente en un fenómeno llamado halving. El último ocurrió en abril de 2024, y redujo la ganancia por bloque a 3.125 bitcoins. Esto busca controlar la emisión y fomentar su escasez.
Para operar con criptomonedas, los usuarios deben utilizar exchanges, plataformas donde se compran, venden o intercambian estos activos. Similares a una casa de bolsa digital, permiten ingresar dinero tradicional (como soles, pesos o dólares) y adquirir criptomonedas.
El almacenamiento se realiza en wallets o billeteras digitales. Existen dos tipos principales:
En enero de 2024, la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. aprobó los primeros ETFs de Bitcoin al contado, fondos que invierten directamente en la criptomoneda. Esto marcó un punto de inflexión para el mercado, al facilitar el ingreso de grandes firmas como BlackRock y Fidelity sin que sus inversionistas deban lidiar con claves, wallets o exchanges.
Estos instrumentos permiten que el precio de Bitcoin se vea reflejado en productos bursátiles tradicionales, lo que para muchos significa un puente entre el mundo financiero clásico y el ecosistema cripto.
Las stablecoins son criptomonedas diseñadas para mantener un valor constante al estar vinculadas a activos reales, como el dólar o el euro. Esta estabilidad aparente las hace atractivas para transacciones cotidianas. Sin embargo, colapsos recientes como el de TerraUSD han demostrado que incluso este tipo de activos pueden ser riesgosos sin una regulación adecuada.
En el otro extremo están las meme coins, monedas digitales creadas con fines humorísticos o para aprovechar tendencias virales. Aunque algunas ganan popularidad rápidamente, también están asociadas con fraudes y manipulaciones de mercado. Celebridades y figuras influyentes han sido señaladas por promoverlas sin advertir sus riesgos.
Lanzada por Ripple Labs en 2012, XRP fue pensada como una alternativa rápida y económica para realizar pagos internacionales. A diferencia del sistema de minería, XRP se valida mediante consenso entre nodos, lo que permite realizar miles de transacciones por segundo con costos reducidos. Esto la ha hecho atractiva para entidades financieras, aunque también ha sido objeto de escrutinio por parte de reguladores.
El reciente repunte de Bitcoin y la creciente inclusión de productos cripto en los mercados tradicionales apuntan a una mayor adopción global. En América Latina, donde la inflación y la desconfianza en los sistemas bancarios son desafíos constantes, las criptomonedas han ganado terreno como alternativa de inversión y ahorro.
Aun así, el ecosistema sigue plagado de riesgos: volatilidad extrema, falta de regulación y una curva de aprendizaje que puede intimidar a nuevos usuarios. Comprender los términos y dinámicas que lo rigen es esencial para tomar decisiones informadas y responsables.
El mundo cripto no es solo una tendencia; es un nuevo capítulo en la historia del dinero. Y como toda revolución financiera, exige estar bien informado.
Fuente: BBC News