Sequías prolongadas, incendios incontrolables, inundaciones catastróficas, terremotos, deslizamientos y pandemias. Los desastres —ya sean de origen natural, tecnológico o antrópico— se han convertido en una constante del siglo XXI. Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), los fenómenos extremos han aumentado tanto en frecuencia como en intensidad, impactando desproporcionadamente a los países en desarrollo, pero sin dejar indemne a ningún rincón del planeta.
El informe Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction 2022 advierte que, de no tomarse medidas drásticas, los desastres podrían convertirse en una de las principales causas de desplazamiento forzado, inseguridad alimentaria y pobreza extrema para el año 2030. Frente a este escenario, cobra cada vez más fuerza la noción de que los desastres no son “naturales” en sí mismos, sino la consecuencia de una mala o inexistente gestión del riesgo.
La reducción del riesgo no solo se basa en la respuesta posterior a un evento, sino en una planificación integral que permita anticiparse, adaptarse y mitigar los efectos de las amenazas. Esto involucra acciones que van desde el desarrollo urbano sostenible y la planificación territorial hasta la educación comunitaria, el diseño de políticas públicas y la coordinación de actores múltiples.
Para lograrlo, se requiere de profesionales con una mirada sistémica y capacidades interdisciplinares: personas capaces de traducir información científica en decisiones estratégicas, de articular esfuerzos públicos y privados, y de liderar con conocimiento técnico y sentido ético los procesos de gestión del riesgo.
Ante esta necesidad global, ITAE Business School, una escuela de negocios europea de educación superior con sede en España, ha desarrollado el Máster en Gestión y Reducción del Riesgo de Desastres en alianza con el Centro de Estudios Estratégicos y de Negocios, una institución académica chilena reconocida por su enfoque práctico, interdisciplinar y centrado en resultados.
Este máster tiene como objetivo formar profesionales que lideren procesos estratégicos de prevención, mitigación, preparación, respuesta y recuperación ante desastres, tanto en el ámbito público como privado.
Lo que diferencia a este máster es su enfoque aplicado y global. Diseñado por profesionales con experiencia directa en el campo de la gestión de riesgos, el programa combina teoría de vanguardia con estudios de caso reales, simulaciones y estrategias de intervención.
Además, al estar respaldado por dos instituciones con presencia internacional, los estudiantes tienen la oportunidad de integrar miradas de distintas realidades geográficas, enriqueciendo su comprensión de los desafíos globales y locales en torno al riesgo.
Entre los principales módulos del programa destacan: planificación estratégica del riesgo, gobernanza y políticas públicas, análisis de amenazas y vulnerabilidades, diseño de planes de emergencia, gestión de crisis humanitarias, comunicación del riesgo y liderazgo resiliente.
Este máster está dirigido a profesionales de áreas como gestión pública, ingeniería, salud, ciencias sociales, educación, defensa civil, ONGs y consultorías, entre otras. Está diseñado para quienes buscan no solo ampliar sus competencias, sino generar un impacto tangible en sus entornos.
Más allá de los títulos, lo que propone esta formación es una experiencia transformadora. Como señalan desde el Centro de Estudios Estratégicos y de Negocios: “Gestionamos el presente para crear el futuro”. En un mundo cada vez más incierto, esta visión cobra más sentido que nunca.
La educación es una de las herramientas más poderosas para reducir la vulnerabilidad ante los desastres. Formar líderes capaces de pensar de forma sistémica, actuar con rapidez y tomar decisiones basadas en evidencia es la mejor inversión que las sociedades pueden hacer para proteger vidas, economías y ecosistemas.
Desde Latinoamérica hasta Asia, pasando por África y Europa, el reto es compartido. Y también lo es la oportunidad de cambiar el rumbo. Formarse en gestión del riesgo no solo es una elección profesional: es un compromiso ético con el futuro.