El 14 de octubre de 2025 marcará un hito importante en la historia de la informática: Microsoft dejará de ofrecer soporte oficial para Windows 10, el sistema operativo que durante más de una década ha sido el más utilizado en el mundo. A partir de esa fecha, las versiones Home y Pro de Windows 10 dejarán de recibir actualizaciones de seguridad, parches de corrección y asistencia técnica, dejando a millones de usuarios expuestos a vulnerabilidades y riesgos cibernéticos.
En América Latina, donde la adopción de Windows 10 ha sido masiva, el fin del soporte plantea desafíos significativos. Muchos equipos funcionan con hardware que no cumple los requisitos de Windows 11, mientras que los recursos económicos limitados dificultan la renovación de dispositivos. Esto ha generado preocupación tanto en usuarios domésticos como en empresas, que deberán tomar decisiones estratégicas para proteger sus datos y operaciones.
Microsoft ha promovido la actualización a Windows 11 como la opción natural para usuarios de Windows 10, ofreciendo la instalación gratuita para equipos que cumplan con los requisitos mínimos del sistema. Entre las mejoras se destacan una interfaz más moderna, integración optimizada con herramientas de productividad y mayores controles de seguridad.
Sin embargo, un gran número de dispositivos en América Latina no cumple con los requerimientos de hardware, como procesadores recientes o soporte TPM 2.0, lo que limita la capacidad de actualización directa. Para empresas con infraestructura antigua, esta situación puede traducirse en costos elevados, ya que la actualización podría requerir reemplazo de equipos o licencias adicionales, además de capacitación del personal.
Como alternativa para quienes no puedan migrar inmediatamente, Microsoft ofrece el programa de Actualizaciones de Seguridad Extendidas (ESU). Este servicio proporciona parches de seguridad por un costo adicional, garantizando la protección de equipos críticos por hasta tres años después del fin del soporte oficial.
Las ESU representan una solución temporal para empresas y usuarios con sistemas sensibles, aunque el costo aumenta cada año. Para muchas pequeñas y medianas empresas latinoamericanas, esta puede ser la única opción viable mientras planifican la transición a Windows 11 u otras plataformas.
Ante la falta de compatibilidad o el alto costo de actualización, usuarios y empresas están evaluando sistemas operativos de código abierto, como Ubuntu o Linux Mint. Estas plataformas pueden revitalizar equipos antiguos, reducir la dependencia de licencias propietarias y ofrecer un entorno seguro para el trabajo diario.
Si bien Linux no es totalmente compatible con todas las aplicaciones diseñadas para Windows, existen soluciones de virtualización y software multiplataforma que facilitan la transición. Para organizaciones tecnológicas y desarrolladores, esta alternativa también ofrece flexibilidad y personalización avanzada.
El fin del soporte significa que los equipos dejarán de recibir parches críticos de seguridad, dejando expuestos a virus, ransomware y vulnerabilidades de software. Expertos recomiendan hacer respaldos completos, actualizar antivirus y considerar planes de contingencia para datos sensibles.
En América Latina, donde la ciberseguridad todavía enfrenta desafíos significativos, la planificación previa es crucial. Esto incluye auditar los sistemas actuales, definir prioridades de actualización y educar al personal sobre los riesgos de operar con sistemas sin soporte oficial.
El sector corporativo debe actuar con antelación. Empresas financieras, educativas y de servicios tecnológicos que dependan de Windows 10 deben evaluar riesgos, costos y plazos de actualización. La migración a Windows 11, el uso de ESU o la implementación de sistemas alternativos son decisiones estratégicas que afectarán la continuidad operativa y la seguridad de los datos.
Para usuarios domésticos, la situación también es crítica. Aunque el impacto económico individual puede ser menor, la falta de soporte incrementa la vulnerabilidad frente a ataques cibernéticos, además de limitar el acceso a nuevas funcionalidades y actualizaciones de aplicaciones.
El fin del soporte para Windows 10 no es simplemente un cambio técnico: representa un desafío de planificación, inversión y seguridad para toda América Latina. Tomar decisiones informadas sobre migración, actualizaciones extendidas o alternativas de código abierto será esencial para garantizar que los equipos continúen funcionando de manera segura y eficiente.
La recomendación general es comenzar a evaluar opciones desde ahora, proteger la información crítica y asegurar que tanto usuarios individuales como empresas puedan adaptarse a la transición tecnológica sin interrupciones significativas.
Fuente: PCMag