La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció su primera reducción en la tasa de interés de referencia en lo que va de 2025. El recorte, de 25 puntos básicos, llevó la tasa de política monetaria desde 4,3 % hasta aproximadamente 4,1 %. Además, los responsables de la entidad proyectaron al menos dos ajustes adicionales antes de que finalice el año. La decisión, largamente anticipada por los mercados, marca un cambio en el rumbo de la política monetaria tras meses de contención frente a la inflación y evidencia nuevas preocupaciones sobre el dinamismo económico del país.
El giro ocurre en un contexto de señales mixtas en la economía estadounidense: mientras la inflación se mantiene por encima del objetivo del 2 % fijado por la Fed, el mercado laboral ha mostrado una desaceleración en la creación de empleo y un leve incremento en la tasa de desempleo. La confluencia de ambos factores fue determinante para que el Comité Federal del Mercado Abierto optara por un alivio monetario que busca dar oxígeno a hogares y empresas sin perder de vista el control de los precios.
Durante más de un año, la Fed mantuvo tasas elevadas para frenar la inflación que había alcanzado máximos en décadas. Esa estrategia permitió contener el ritmo de los precios, pero generó efectos secundarios. Los créditos hipotecarios, los préstamos para automóviles y los financiamientos comerciales se encarecieron, lo que moderó el consumo y la inversión.
En los últimos meses, distintos indicadores comenzaron a reflejar un menor dinamismo. Las empresas redujeron el ritmo de contrataciones, mientras los consumidores mostraron mayor cautela en sus gastos. Según economistas consultados por medios internacionales, la decisión de la Fed de iniciar un ciclo de recortes busca “equilibrar el tablero” antes de que la ralentización se transforme en una contracción más severa.
La inflación interanual en agosto se ubicó en torno al 2,9 %, aún por encima del objetivo oficial pero dentro de un rango considerado manejable. Con este margen, la Fed pudo priorizar la estabilidad del empleo sin desatender por completo la estabilidad de precios.
El comunicado de la institución reveló que los miembros del Comité Federal esperan otros dos recortes de aquí a diciembre, lo que situaría la tasa de referencia cerca del 3,6 % a fin de año. Para 2026, anticipan un único ajuste adicional. Estas cifras contrastan con las proyecciones más optimistas de algunos inversionistas, que habían previsto hasta cinco rebajas en el mismo periodo.
No obstante, la unanimidad no es total. Algunos funcionarios de la Fed han manifestado cautela y defienden mantener un enfoque restrictivo durante más tiempo, en caso de que la inflación persista o repunte. Otros, en cambio, consideran necesario acelerar el proceso de recortes para estimular con mayor rapidez la actividad económica. El debate interno refleja la complejidad de gestionar una economía marcada por múltiples variables, desde la evolución del consumo doméstico hasta la volatilidad de los mercados internacionales.
El impacto del recorte de tasas suele manifestarse de manera gradual. En el corto plazo, se espera una leve reducción en los costos de financiamiento para hipotecas, préstamos estudiantiles, tarjetas de crédito y financiamiento automotriz. Para los hogares, esto podría significar mayor capacidad de gasto, especialmente en sectores sensibles a las condiciones de crédito.
Las empresas también podrían beneficiarse de un acceso menos costoso a capital para invertir en expansión, modernización de procesos o contratación de personal. Sin embargo, analistas advierten que el efecto dependerá de la velocidad con que las entidades financieras trasladen la baja de tasas a sus productos y de la confianza de los consumidores en la recuperación económica.
La reacción de los mercados no se hizo esperar. Las principales bolsas de Estados Unidos registraron movimientos al alza tras el anuncio, impulsadas por la expectativa de que un entorno de tasas más bajas facilite la expansión de sectores como el tecnológico y el inmobiliario. Al mismo tiempo, el dólar mostró cierta volatilidad frente a otras monedas, reflejando ajustes en las expectativas de los inversionistas globales.
En el mercado de bonos del Tesoro, los rendimientos a corto plazo cedieron, anticipando un ciclo más prolongado de flexibilización. Esto podría generar flujos de capital hacia activos de mayor riesgo, como acciones y bonos corporativos, lo que ampliaría la liquidez disponible en la economía.
Dado el rol central del dólar y de la Reserva Federal en el sistema financiero internacional, las decisiones del banco central estadounidense tienen repercusiones más allá de sus fronteras. Países emergentes podrían ver un alivio en el costo de su deuda externa si el dólar se deprecia de manera sostenida. Sin embargo, también existe el riesgo de que las oscilaciones en los mercados generen inestabilidad en economías más vulnerables.
En Europa y América Latina, algunos bancos centrales observan con atención el movimiento de la Fed, pues podría abrir la puerta a decisiones similares en sus propios sistemas. En particular, países que han enfrentado presiones inflacionarias y altas tasas de interés podrían encontrar en esta señal un margen de maniobra para reconsiderar sus políticas.
El recorte de tasas por parte de la Reserva Federal representa un giro estratégico que busca sostener el crecimiento sin renunciar a la disciplina en el control de la inflación. La clave estará en calibrar el ritmo de los próximos ajustes: demasiado rápido podría reavivar las presiones inflacionarias, mientras que demasiado lento podría dejar sin respuesta una desaceleración más profunda en la economía.
Para hogares, empresas y mercados internacionales, la medida abre una nueva etapa marcada por la expectativa. Con más recortes en el horizonte, la atención se centrará en si la Reserva Federal logra un delicado equilibrio que evite una recesión y, al mismo tiempo, consolide la estabilidad de precios.
Fuente: Los Angeles Times